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En menos de seis meses la exdirigente de Die Linke ha convertido su ‘Alianza por la Razón y la Justicia’ en tercera fuerza en Alemania
Partidaria del fin de la guerra y del soberanismo frente a la globalización, Wagenknetch recupera el discurso de la izquierda ‘tradicional’
Pocos políticos europeos han provocado en los últimos años el impacto logrado por Sahra Wagenknetcht y su Alianza Sahra Wagenknecht por la Razón y la Justicia (BSW en alemán). En menos de seis meses, la exdirigente de Die Linke (La izquierda) ha situado su nuevo partido como tercera fuerza en Alemania y ha dejado fuera de juego a Los Verdes y a su propia ex formación política, de la que se escindió junto a otros ocho diputados a finales de 2023.
Pero, ¿por qué tanto ruido en torno a una política alemana que por el momento sólo ha logrado éxitos en Turingia, Sajonia y Brandemburgo? (y en las elecciones europeas). La prensa española (de la que debe huirse sin dudarlo) le ha dedicado extensas informaciones tachándola de: rojiparda, amenaza para la derecha, de extrema izquierda, racista, Pasionaria a la alemana, nacionalista, proPutin, comunista o poscomunista. Es todo tan delirante que te tienes que reír (y sospechar).
Esta misma prensa, como ya va siendo costumbre, no se acerca a la fuente. Una entrevista habría bastado para descubrir qué dice y por qué lo hace. Como excepción, esta publicada en El viejo topo y este vídeo del canal Red Planeta, donde analizan sus propuestas sin histeria.
Wagenknetcht reunió su propuesta política en el libro Los engreídos (Mi contraprograma en favor del civismo y de la cohesión social); y en este libro, prologado en España por José Couso, está el origen del problema, porque en él aborda, cuestiona y le da la vuelta a tres asuntos fundacionales para esta nueva izquierda (Los Verdes, Die Linke, Podemos, Sumar, La Francia Insumisa…), a la que denomina «izquierda como estilo de vida». Esto es: la izquierda debe volver a los valores tradicionalmente de izquierdas, centrados en la defensa de los trabajadores y la redistribución de la riqueza; NO a la OTAN y a la guerra y fin de las sanciones contra Rusia y, tercero, una política migratoria mucho más restrictiva, porque entiende que en beneficio del empresariado, el país emisor pierde su población más formada y joven y el país receptor termina practicando el dumpig salarial (Práctica consistente en pagar a un inmigrante un salario menor del que se pagaría a un trabajador nacional).
Como escribe Javier Couso en el prólogo de Los engreídos: «Los ataques furibundos… nos alertan sobre el miedo que tanto los partidos clásicos como los de la supuesta nueva política le tienen a las palabras y al accionar de esta líder alemana», que ha señalado con valentía y audacia lo que nadie quería señalar: «la izquierda liberal o izquierda como estilo de vida posibilitó la sustitución de la disputa entre capital y trabajo por las identidades individualistas como eje del conflicto social».
«Es evidente que una izquierda cuya propuesta es apoyar el liberalismo económico, la globalización y la destrucción del estado social, proponiendo como forma de lucha y transformación social las políticas identitarias, el cosmopolitismo, la ecología sin justicia social, la disolución de los Estados nación en organizaciones globales o la multiculturalidad como emigración descontrolada inducida por mafias, filántropos y el poder empresarial, aunque se disfrace de modernidad o cambio emancipatorio, sólo sirve a los mismos objetivos que cínicamente dice combatir», añade el ex eurodiputado de Izquierda Unida.
El éxito de Wagenknetcht (Los engreídos ha sido el libro de no ficción más vendido en Alemania) radica en poner sobre la mesa debates que la izquierda como estilo de vida ya no aborda. «Para este tipo de personas lo más importante en la izquierda ya no son los problemas de índole social y político-económico, sino cuestiones que tienen que ver con el estilo de vida, los hábitos de consumo y un sistema de puntos para calificar la moral del resto», escribe.
Es la llamada «izquierda woke«, «posmoizquierda» o «izquierda atlantista«. «El número de normas de pensamiento y comportamiento crece a un ritmo tal que los ciudadanos normales, es decir, las personas que se ocupan durante el día de cosas distintas a la awareness (conciencia) discursiva, no tienen ninguna posibilidad de mantenerse al día con ellas», añade con respecto a esta izquierda que suele vivir en la ciudad, viene del entorno universitario, está a favor del decrecimiento económico y come alimentos biológicos. «Los que comen carne rebajada, conducen un coche diésel y viajan a Mallorca en vuelos baratos le parecen un horror».
En estos tiempos de propaganda, discurso sesgado, mentira y simplicidad, lo más conveniente para hacerse una idea de qué propone Sahra Wagenknetcht es leerla directamente. Algunas de las cosas que escribe en Los engreídos.
Dos grupos que en las décadas de 1950 y 1960 votaban a partidos de izquierda en sentido amplio y que han dejado de hacerlo en el periodo que va desde 1990 a 2020: los obreros industriales y los empleados de bajos ingresos en el sector servicios»
La globalización no hizo aumentar el bienestar general, sino que hizo que algunos fueran más ricos y muchos otros fueran más pobres. Los grandes perdedores fueron los trabajadores industriales del mundo occidental»
Desde finales de la década de 1990 se ha producido un llamativo aumento en la mortalidad de los trabajadores blancos entre los 45 y los 54 años de edad. Son las llamadas «muertes por desesperaci´ón», acuñado por los economistas Anne Case y Angus Deaton»
La clase media universitaria, desde más o menos el cambio de siglo, ha venido desarrollando estrategias exitosas para aislarse de los que están por debajo de ella. La clase media universitaria se dedica a ocupar los puestos claves tanto en los medios como en la política»
Ya no es la igualdad, sino la diferencia y la desigualdad entre las personas lo que se convierte en un valor en sí mismo que se ve reflejado en cuotas y en la diversity«
No es casualidad que muchos de los países generadores de refugiados como Irak, Afganistán, Siria o Libia sean los mismos teatros de operaciones de las intervenciones bélicas occidentales»
Los inmigrantes no desembarcan en una sociedad abierta (como nos quiere hacer creer el relato de los liberales de izquierda). Desembarcan en una sociedad profundamente fracturada, cuyos grupos más acomodados hace mucho que, a la hora de trabajar y de vivir, se han aislado y separado de los menos favorecidos»
La idea de despojar al Estado de su soberanía y de sus posibilidades de acción mediante agentes externos, de manera que quede encorsetado por limitaciones políticas y tratados y que las competencias pasen a manos de transnacionales multipartes… (es parte del plan de recortar el estado de bienestar, que se ha vuelto demasiado caro para las élites económicas»