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En 2018 la periodista publicó en Twitter el hashtag #Cuéntalo para que las mujeres relataran las violencias sexuales sufridas. En dos semanas 3 millones de mujeres de 16 países distintos habían contado sus experiencias
La periodista Cristina Fallarás (Zaragoza, 1968) reconoce que los movimientos virales de denuncia de violencia sexual hacia las mujeres generados por los hashtags #MeToo; #Cuéntalo y #SeAcabó “me dieron la vuelta y me movilizaron y están movilizando a miles y miles de mujeres por todo el mundo para decir basta ya de violencias machistas”.
Fallarás creó en 2018 el hashtag #Cuéntalo invitando a las mujeres a narrar sus experiencias con la violencia sexual. En 14 días, más de 3 millones de mujeres de 16 países distintos habían publicado sus historias. Hoy los testimonios superan los cien millones de relatos. Cinco años más tarde, el #SeAcabó protagonizado por las futbolistas españolas después del episodio de acoso sexual de Rubiales hacia Jenni Hermoso, comienza a desvelar “una realidad paralela”.
“Las mujeres ya hemos aprendido a narrarnos y al hacerlo estamos revelando que existe un mundo paralelo. Hay política, hay elecciones, hay subida de salario y guerra en Ucrania, hay efecto invernadero, las orcas, la extinción de las mariposas… Ese es nuestro día a día. Pero hay un enorme mundo paralelo de lo no narrado. Y de lo no narrado, lo más bestia que existe es la violencia sexual contra las mujeres”, afirmó Fallarás en su intervención en la Fiesta de Arte del Ateneo, celebrada el pasado 4 de octubre en el Teatro Leal de La Laguna.
No lo habíamos contado
Afirmó que, aunque ya había intentado generar en redes sociales movimientos de denuncia de las mujeres ante el maltrato laboral, fue la sentencia de la violación de la manada en abril de 2018 la que la empujó a crear el hashtag #Cuéntalo. Y después vino la inesperada avalancha de testimonios. A la semana eran 10.000, a los 10 días 100.000. El día 14 eran 3 millones de mujeres de 16 países.
“Cuando en abril de 2018 se iba a hacer pública la sentencia de la violación de la manada, dábamos por hecho que iba a ser catalogada de agresión sexual. Conocíamos el contenido del vídeo y sabíamos que los jueces y la jueza encargados de la sentencia lo habían visto. Lo que nos llamó la atención al hacerse pública la sentencia es que los jueces consideraron que no había habido ni violencia ni intimidación. Por lo tanto, no era agresión sexual sino abuso. Y uno de ellos se permitió decir que él había percibido “jolgorio” en el encuentro sexual”.
«Después de eso», explicó, “me dije, dictan esta sentencia porque pueden. Por lo mismo que los hombres, y una parte de la sociedad, pone en duda a una mujer cuando dice: me han violado. Por lo mismo que la ponen en duda cuando dice: he sufrido violencia obstétrica, mi parto fue horroroso; mi marido, mi compañero me maltrata. Porque no lo habíamos contado. Las mujeres no nos habíamos narrado”, dijo.
“Cuando cree el hashtag y vi la respuesta de las mujeres, la avalancha de respuestas, supe hasta qué punto era necesario quitar ese tapón y hasta qué punto esas mujeres estaban necesitando poder narrarlo y me pregunté por qué esas mujeres decidieron narrarlo en una red social y no ante un juez o ante la policía. Era obvio que sabían que no las iban a creer”, explicó.
Sin embargo, reconoció que comenzó a sentir un “poco de miedo” porque después del #MeToo, el #Cuéntalo y la multitudinaria manifestación feminista de 2018, la respuesta de los hombres había sido nula. “No vi que reconocieran que tienen un problema gordo y nosotras somos las que sufrimos ese problema”, dijo. Tres años después, VOX conseguía los primeros diputados en la Junta de Andalucía e inmediatamente después 52 diputados en el Congreso. “Esa era la respuesta”.
“Ahí me planteé dos cosas: qué mujeres no están narrando aquello que les pasa, cómo podríamos narrar mejor. Pensé que no lo contaban aquellas mujeres que no pueden o no quieren contarlo desde su cuenta de redes sociales y hacerlo público con su identidad. Ni tampoco aquellas mujeres que ni son militantes ni son activistas, que no son nada más que una madre, una abuela… Que trabajan, que viven con sus familias, que no lo han narrado porque no quieren dar la cara o porque no están en Twitter”.
Después de recibir amenazas de muerte contra ella y sus hijos en Twitter, cambió esa red “máquina de odios” por Instagram “mucho más amable”. “Yo soy comunicadora y esto es un ejercicio de comunicación. Soy periodista y como soy periodista, sé lo que no ha hecho el periodismo de este país y sé lo que ha callado el periodismo en este país. Tuvieron que salir las redes sociales para que los movimientos empezáramos a contar la otra historia, es decir, para que empezáramos a crear memoria colectiva”.
Cuando la jugadora de la selección española de fútbol Alexia Putellas apoyó a la futbolista Jenni Hermoso tras el episodio de violencia sexual de Rubiales con un #SeAcabó en las redes sociales, lo vio claro: “ese es el Hashtag y este (Instagram) el lugar”.
Reveló que diariamente cuelga un centenar de relatos y que cada semana recibe más de 1.000 mensajes de violencia sexual contra las mujeres narrados por ellas mismas.
“Todo esto está creando una memoria colectiva de los abusos. Las mujeres estamos creando una inmensa memoria colectiva donde no importa quién lo cuenta, donde el yo desaparece y se convierte en un nosotras “, afirmó.