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La actriz, dramaturga y directora teatral representa en el Teatro Leal ‘Desprendimiento’, una reflexión sobre la pérdida, el duelo y la enajenación
La actriz, dramaturga y directora teatral Aranza Coello (Tenerife) dedicó los últimos tres años a dar forma a su nueva obra, Desprendimiento. Del suelo no pasas, una reflexión sobre esos «momentos de tránsito y enajenación» que producen la pérdida, el duelo y el vacío posterior. La obra se representa este jueves 30 de mayo en el Teatro Leal de La Laguna y abrió el pasado día 17 el XXII Festival de Teatro Contemporáneo Encuentros del Teatro Victoria en Santa Cruz de Tenerife.
En esta entrevista, la cofundadora de Burka Teatro y autora de TheRoomToBe y La Batalla, habla del proceso de creación del texto y del montaje posterior, en el que durante 70 minutos sostiene un perturbador monólogo a partir de la idea de Caer como principio para levantarse.
¿Qué es Desprendimiento?
Es el resultado de un trabajo de investigación teatral de varios años con distintos intereses que se fueron entrecruzando. En 2022 yo estaba trabajado cómo afrontar en escena la pérdida y el duelo y eso coincidió con una propuesta para desarrollar una actividad teatral en Tenerife, Fuerteventura y Gran Canaria. En lugar de montar una obra, desarrollé una serie de talleres teatrales que funcionaron como laboratorios de experimentación y tuve la libertad de plantear como actividad de cierre una intervención en el espacio público no programada. En ese momento me interesaba mucho la caída de los cuerpos y de las personas en el espacio público y las reacciones, no sólo de quienes participaban en los talleres, sino de quienes estaban en la calle. Ese trabajo del cuerpo al dejarse caer y tener que levantarse y esa investigación sobre el duelo se alimentaron mutuamente y de ahí surge Desprendimiento. Del suelo no pasas.»
La idea de pérdida atraviesa toda la obra.
«Quise abordar tres líneas: la pérdida física (personal, por una enfermedad, o la pérdida de otra persona por la muerte), la pérdida sentimental (la muerte relacional, que no implica la muerte física pero sí es un tipo de muerte) y la pérdida del territorio motivada por la emigración (forzosa o voluntaria). En todos estos procesos hay duelo y un constante juego de equilibrios, no sólo dentro de ti para no caer sino frente a los demás, que muchas veces evitan el dolor del otro porque los pone frente a su propio juego de equilibrios. La tiranía del estar bien».
En Desprendimiento das vida a varios personajes. Una de esas caras es la de la enajenación, que aparece como una doble personalidad. Como apuntó alguien entre el público en el coloquio posterior al estreno de la obra en el Teatro Victoria de Santa Cruz, un Mr. Hyde inesperado. ¿Todos somos así, hombres y mujeres, todos y todas enfrentamos el duelo de la misma manera?
«Creo que las mujeres estamos más conectadas y le tenemos menos miedo a esos otros yo que nos habitan. Somos capaces de integrar y entender esa parte enajenada que surge en momentos de aflicción absoluta, de pérdida. Y también creo que por educación los hombres han tenido menos relación con esas partes distintas de sí mismos, con esa poliedria del ser. Pero más que una cuestión de género, creo que tiene más que ver con tener una mentalidad más o menos analítica. No lo sé, hay quien me ha comentado que después de ver la obra siente cierto bloqueo emocional. Frente a eso sólo puedes huir, o agarrarlo y decir: vale, me lo echo al hombro. Pero han sido tanto hombres como mujeres».
¿Cuál fue tu intención al montarla?
«Me interesa mucho hablar de los espacios de silencio en nuestras vidas, y los duelos son espacios de mucho silencio, incluso con nosotros y nosotras mismas. Y creo que hay que reflexionar esos espacios de silencio porque ahí es donde está la verdadera bomba. Lo que descubrí en los laboratorios teatrales fue que el simple hecho de poder hablar de la pérdida y del duelo en grupo, sin dramas, comunicarlo a los demás, cambiaba a la persona que narraba su experiencia y al grupo también. Pero no es terapia, es el poder de la oralidad, que es lo que entronca directamente con el teatro. Hay demasiados espacios de silencio en nuestra sociedad, que se producen por miedo a confrontar las cosas, a hablar, a comunicarnos. Quería analizar el proceso del duelo y cómo reaccionan los demás a ese dolor, cómo cada vez somos una sociedad más huidiza que evita el dolor ajeno con frases como: «tú eres fuerte, tú puedes». Voy descubriendo por distintas autoras y lecturas (recomiendo Una guía para el arte de perderse) que hay culturas donde ese momento vital se acoge, se afronta como parte de la vida. Todo eso fue nutriendo la obra».
Has trabajado también la relación espacio público – mujer. Háblanos de esto.
«Recuerdo el momento que dije voy a ir sola a este sitio. Como mujer, ocupar el espacio público no es fácil. Transitarlo e ir de un sitio a otro con un objetivo, hacer un recado y siempre sola, eso sí es aceptado: pero el hecho de que una mujer ocupe y esté en el espacio público como un derecho ya produce una reacción de miradas, que enjuician y juzgan. Por eso en una parte de la obra, ante una niña sola en la calle, el personaje pregunta: ¿Qué hace ese ser, qué mira desde las fronteras, deambular, vagar, qué hace sin hacer nada? Y esa es la pregunta que toda mujer que está sola en la calle debe afrontar siempre. Por eso para las mujeres ese ejercicio de ocupar el espacio público es un ejercicio de identificación y reafirmación. Y por eso en la obra el personaje finaliza abandonando la habitación propia y saliendo al espacio público».
Fundaste Burka Teatro en 2003. Has producido con la compañía 25 espectáculos. Has escrito teatro, trabajado en cine y obtenido premios, como el Nacional José María Rodero para directoras de escena y Mejor Actriz Protagonista en el Festival de Mar del Plata de Argentina. ¿Es fácil hacer teatro en Canarias, es fácil hacerlo además siendo mujer, con su propia compañía?
«Ha sido, como decirlo, un arduo trabajo sostenido en el tiempo. El teatro en Canarias es un entorno muy endogámico y las mujeres no hemos estado en puestos de dirección y de gestión, no hemos disfrutado de esos espacios de programación y difusión. A mí, ser mirada como una igual dentro de la profesión me ha costado muchos años. Debes estar en una continua postura de defensa de tu trabajo y eso es agotador porque además te impide disfrutarlo mientras lo estás desarrollando. Simplemente crear, no estar siempre defendiendo lo que estás tratando de crear. Ahora es distinto y se me considera no sólo como actriz, sino también como autora, pero me ha costado mucho, de tirarme a la piscina y arriesgar, arriesgar. Y esa es una dinámica en la que nos movemos todas las mujeres creadoras».