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Joaquín de la Cuesta es músico y director de orquesta y su trayectoria profesional lo ha llevado a descubrir a los compositores españoles del siglo XIX y principios del XX con una obra sinfónica «absolutamente desconocida», que deberíamos «apreciar» y «dar relevancia». Entre esos nombres ocultados por los grandes compositores internacionales siente especial afecto por el tinerfeño Teobaldo Power (Santa Cruz de Tenerife, 6 de enero de 1848-Madrid, 16 de mayo de 1884), del que se cumplen 175 años de su nacimiento en 2023. Una fecha que, lamenta, ha pasado desapercibida. «Tristemente no se ha hecho nada, y Power se lo merece».
¿Por qué este olvido de Teobaldo Power?
Hay dos elementos importantes en todo esto. No concretamente con Power, él es un ejemplo más dentro de una larga lista con nombres como Jesús de Monasterio, Ruperto Chapí o Tomás Bretón. Por una parte, tenemos una historia de la música larga, larguísima, y muy abundante donde queda mucho trabajo por hacer: de recopilación, de redescubrir, de elaborar ediciones críticas, nuevas ediciones. Eso es muy caro, necesita de una inversión importante y además no hay mucha gente que se dedique a ese trabajo. Y de otra, en España tenemos un problema de no valorar lo nuestro. No somos capaces de apreciar lo que hacemos y arrastramos un complejo de inferioridad ante lo que viene de fuera que para mí es absolutamente impresionante.
Y la música clásica no se salva de ese complejo
Salvo contadísimas excepciones en las que internacionalmente ha habido reconocimiento es así. Y en el caso del que me ocupó yo, que es el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, el olvido es absoluto. Paradójicamente, en ese periodo hay una cantidad de música asombrosa a la que no le hemos hecho caso. Es cierto que hay cierto impulso a esa recuperación, desde universidades a la Sociedad General de Autores, pero no se da a basto y desgraciadamente, las orquestas nacionales, los programadores y los gerentes de orquestas sinfónicas no programan estas obras. Tenemos cierto afán por buscar al solista y al compositor más de moda, al director más en boga y nos olvidamos de esos clásicos españoles. Y valdría mucho la pena recuperar nuestra música sinfónica, nuestra música concertante, para destacar su importancia. Porque si no se la escucha, si no se la da a conocer, difícilmente la vamos a apreciar. Todo el mundo sabe que las grandes obras pictóricas, escultóricas, literarias y musicales están ahí, pero frente a una escultura o una pintura que se pueden ver, la música, si no se toca, si no se escucha, no existe.
Hay quien podría objetar que esos compositores no están al nivel de un Brahms, Schumann, Bizet o Tchaikovsky.
Desde luego no están al nivel del top de grandes obras de esos compositores, pero sí están al nivel de las composiciones de segundo nivel de esos grandes nombres y habría que resaltar sus cualidades, programarlas y difundirlas para que la gente sepa que tenemos buenos compositores y buena música sinfónica. Hay un dato que muestra claramente la situación: el principal país de consumo de música española sinfónica es Alemania, y el segundo, Japón. Si no divulgamos esa música en nuestro país, no la apreciaremos nunca.
Y Power está en ese listado de olvidados.
Clarísimo. De hecho, una fecha tan redonda como el 175 del aniversario de su nacimiento, que es este año 2023, ha pasado absolutamente desapercibida. No se ha hecho nada. Es bastante llamativo, porque es el compositor del que se ha tomado el himno de la Comunidad autónoma (Arroró de los Cantos Canarios) y fue un grandísimo pianista reconocido no sólo en España sino fuera. Pero no se le ha hecho caso, ni ahora ni antes. Creo que Teobaldo Power está muy minusvalorado y no se lo ha reconocido como parte del patrimonio artístico y cultural de Canarias. Es triste, pero ¿dónde está la placa de su casa natal en Santa Cruz, dónde se ubica la casa de Las Mercedes donde compuso los Cantos Canarios? A mí me costó encontrarlos.
Descubriste una obra inédita suya, el Concierto para Piano y Orquesta nº 1, en Si bemol mayor (1879), que pudiste estrenar en agosto de este año en Argentina pero que aún no se ha estrenado en Canarias, ni en España.
Desde luego, nadie es profeta en su tierra. Encontré ese concierto por pura casualidad, iba buscando su segunda sinfonía, de la que había encontrado algún apunte con alguna referencia, y me tropecé con esta partitura en el Cedocam (Centro de documentación de Canarias y América) de La Laguna, donde su familia depositó su legado. Obtuve la autorización para actualizarla y comencé el estudio crítico y la revisión. Lamentablemente, el segundo movimiento no está. Estaba arrancado de la partitura, y en el concierto con la Orquesta Estable de Tucumán, para salvar ese vacío entre el primer y el tercer movimiento, añadimos una de sus piezas para piano. Aún así, es una obra muy interesante que no se ha estrenado ni en España ni en Canarias.
Durante años has buscado esa segunda sinfonía de Power, la Sinfonía en do menor. ¿Has hecho algún avance?
Lamentablemente, no. He buscado en todos los lugares donde está depositada su producción y no he encontrado nada, lo que me hace pensar que sólo fue un proyecto, que las anotaciones que me hicieron creer que existía esa segunda sinfonía fueron apuntes para una obra futura que desafortunadamente no pudo concluir porque murió demasiado joven, a los 36 años. Sus últimos años fueron, además, muy extenuantes, porque casi de manera simultánea se presentó a las oposiciones más codiciadas del país, como profesor numerario del Conservatorio de Madrid, y a la de 2º Organista de la Capilla Real. Consiguió ambas, lo que da muestra de su brillantez.
¿Qué podríamos hacer para hacerle justicia?
Hay muchas maneras de prestigiar a un personaje histórico. En el caso de Power, creo necesaria una biografía en profundidad. Existe un libro que está muy bien y del que tomamos las referencias, Teobaldo Power, el genio musical de Canarias, de Carlos García, pero cabe una nueva obra, con más datos y actualizada. Pero también un itinerario por los sitios importantes que marcaron su vida en Tenerife, un concurso de piano, una exposición con los fondos del Cedocam y hasta una beca. Venderlo, apreciarlo. Y, por su puesto, sería un honor estrenar en su casa, Tenerife, esta obra inédita. Power se lo merece.