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El escritor canario radicado en México analiza qué originó el movimiento Canarias tiene un límite y las posibles soluciones al hiperturismo
Samir Delgado (Gran Canaria, 1978) es escritor, crítico de arte y viajero. Hace diez años, junto a los poetas Acerina Cruz y David Guijosa, puso en marcha el proyecto Leyendo el turismo, un espacio para analizar el fenómeno turístico a través de la literatura, la poesía y el ensayo. Esa década de trabajo quedó recogida en libros como Planeta turista (Amargord, 2014) y Leyendo el turismo (Le Canarien, 2021), además del ensayo Turisferia (Premio de Ensayo Clavijo y Fajardo del Gobierno de Canarias 2023).
Desde su casa en México, sigue con interés la actualidad política de las Islas y el debate generado por la manifestación del 20 A y el movimiento Canarias tiene un límite. En este texto para Islotada, reflexiona sobre las causas que motivaron el estallido y aporta propuestas para dar salida a la crisis de un modelo que amenaza con transformar las islas en un gran resort.
Qué nos lleva a decir Canarias tiene un límite
La gravedad de la situación en las islas era de esperar, un modelo de progreso basado en el monocultivo turístico de sol y playa solo aumentaría la incertidumbre social con el transcurso de las décadas, el problema ha sido de lógica matemática, el nivel de contaminación y de deterioro no se puede sostener si todos los habitantes del archipiélago, locales y foráneos, siguen los mismos patrones de consumo insostenibles.
La subida del precio del alquiler de la vivienda y el encarecimiento de la vida se han producido de modo traumático porque las islas se han concebido como plantación y negocio, desde la transición democrática la sociedad canaria ha venido cargando con un peso de precariedad y de infortunio que se pensó como algo normal, la emigración fue la válvula de escape siglos atrás, pero ahora en plena era tecnológica el callejón sin salida se ha visto a la luz del día, más aún para unas nuevas generaciones que estando formadas en la universidad y con mayor conocimiento de la realidad, no van a tolerar la ruina del archipiélago como destino.
Propuestas
A mi modo de ver, como ciudadano canario residente en el extranjero y siendo parte de la generación que creció y vivió la mitad de su vida en una ciudad turística, donde la cultura siempre fue carente y todo se declinó a favor del touroperador y la maquinaria que crea la ficción turística de las eternas vacaciones, la solución más viable y sensata es apostar por la democracia unánime, por un diálogo democrático resolutivo donde se tome la palabra, mediante una Consulta Popular sobre la moratoria turística y la implantación de la ecotasa, para este próximo otoño de 2024, y que sea vinculante, ya que no va a ser una decisión del gobierno autonómico, ni tampoco una concesión ministerial desde Madrid, ya que el poder solamente salvaguarda los intereses económicos y el sistema hotelero internacional es unilateral (se mueve con divisas y solo entiende de dinero).
La ciudadanía puede ejercer su derecho de decisión mediante este mecanismo democrático que será positivo de cualquier modo. Hay un camino de diálogo y solidaridad con otro archipiélago como Baleares que no se ha transitado, juntos podemos centrar el debate sobre la realidad de las islas y la urgencia de asumir los desafíos para el equilibrio entre la industria turística y la biodiversidad.
Además, una solución real y sostenible para la Canarias de hoy, que requiere de recetas muy prácticas para solventar los niveles de crueldad y de sin sentido que está percibiendo la sociedad canaria en casi todos los órdenes de la vida cotidiana como la vivienda, el transporte y la canasta básica, solamente se puede resolver mediante una naturalización de ese lugar en el mundo que nos define, el latido tricontinental de Canarias. Yo propongo incentivar desde las instituciones una Alianza de archipiélagos que constituyen nuestro entorno, hablar con Madeira, Azores y Cabo Verde, que están en la misma situación de irreversibilidad en marcha.
Mi sugerencia aquí es muy clara, hay que recuperar la imaginación política y pensar nuevos horizontes, sería muy factible que las regiones ultraperiféricas de la Unión Europea sostengan de modo plural una misma vocación de conservación de la biodiversidad y de calidad de vida de sus ciudadanos, aplicando por consenso unas medidas de excepción democrática para frenar la superpoblación y la especulación, es por una razón de sostenibilidad, no hay otra salida.
Y con esa alianza en la Macaronesia, donde Canarias sea pionera, tal vez desde las Comunidades Autónomas del estado Español se entienda que las islas requieren otros tiempos y ritmos, todo el mundo en su sano juicio quiere que un lugar como Canarias siga siendo habitable, está a nuestro favor el sentido común de los valores cosmopolitas y universales de la paz y la concordia. Tengo la convicción de que la sociedad canaria goza de una mayoría de edad para reclamar sus derechos y recuperar el lugar que le pertenece en la historia de las islas y de los continentes. Pronto, habrá oportunidad para recuperar la conexión directa con islas hermanas como Puerto Rico, Cuba o República Dominicana, el Caribe y la Macaronesia son el epicentro sensible del planeta y tendrán un papel más relevante en las próximas décadas.
A fin de cuentas, el problema ha sido el de siempre, la ceguera del dinero, se han priorizado los grandes centros comerciales, las autopistas y el parque automovilístico, la especulación urbanística ha sido el motor de un crecimiento desenfocado, rentabilista y hasta delirante para seguir sumando a las estadísticas y ganancias de la balanza económica de cada año. De ahí que la pérdida de raíces identitarias y el abandono sistemático del interior de las islas, haya congestionado el devenir de un progreso real.
El malestar que ha llevado a las huelgas de hambre se está manifestando de modo creciente tras unas décadas de desenfreno y de irracionalidad
Todavía es pronto para entenderlo con la distancia necesaria, pero ya estando cerca del 2030, es evidente que la isla como modelo turístico se ha replicado en todos lados y las grandes capitales nacionales son ahora una copia de la maqueta visitable de la clase turista internacional cuyo origen estuvo en el boom del turismo en la costa y en las islas, cambiaron los papeles y por la inercia del sistema las islas son ahora las primeras en sentir el colapso, una solución global pasa necesariamente por resolver primero los problemas de fondo en lugares geográficos esenciales del imaginario contemporáneo, las islas.
Ahora no se trata de despreciar el turismo sino de naturalizar el lugar de Canarias en el mundo. Hay millones de ciudadanos europeos que conocen las islas y es un patrimonio humano que juega a favor del equilibrio del archipiélago, ningún turista sensato se opondrá a una ecotasa si es por el bien de la conservación del entorno que va a visitar en sus vacaciones. El malestar que ha llevado a las huelgas de hambre se está manifestando de modo creciente tras unas décadas de desenfreno y de irracionalidad, los gobiernos y la ciudadanía tienen la posibilidad de escenificar el cambio, se lo debemos a nuestros abuelos y a nuestros nietos, la sociedad canaria ha sido modélica como cultura anfitriona de millones de visitantes, las islas merecen ser consideradas en su verdadero valor, como paisaje y como sociedad humana, la cuenta atrás comenzó hace tiempo y la democracia está en juego.