Share This Article
La rehabilitación del espacio cultural ha entrado en punto muerto y el divorcio con el Ayuntamiento de La Laguna es total. Por tercer año consecutivo la Fiesta de Arte se desliga de las Fiestas del Cristo como un gesto de resistencia. Pinta mal.
La mañana del 4 de octubre de 2019 un incendio devoró el Ateneo de La Laguna. La casona de tres plantas del siglo XVIII situada justo en frente de la fachada principal de la catedral lagunera tuvo que ser desalojada y se entró en un período de desconcierto que cuatro años más tarde permanece sin resolverse.
El Ateneo, una institución cultural privada fundada por ciudadanos laguneros en 1904 y sostenida con el apoyo económico de los socios y el trabajo no remunerado de las sucesivas Juntas que lo han mantenido activo, tropezó con el Ayuntamiento de La Laguna, con el que nunca ha establecido relaciones del todo fluidas y que el incendio parece haber terminado de arrasar.
La cuestión parecía sencilla. El Ateneo debía conseguir la financiación para ejecutar las obras de reconstrucción y después todo vendría dado. Permisos, licencias, unos meses de trabajo y de nuevo, a celebrar actividades. Pero no ha sido así. El dinero está, alrededor de un millón de euros aportados por el Gobierno canario y el Cabildo de Tenerife, pero el escollo ha surgido donde menos se esperaba, los permisos del Ayuntamiento de La Laguna, que no se concederán hasta que el Ateneo acepte la construcción de dos escaleras que a juicio de la institución cultural afectarían profundamente al edificio, patrimonio cultural, y “tampoco son necesarias”, explica su presidente, Claudio Marrero, a Islotada.
La institución cultural ha consultado a arquitectos, expertos en Patrimonio y al Código Técnico de la Edificación y todas las respuestas le han dado la razón en que no es necesaria esa segunda escalera paralela a la principal, “pero el ayuntamiento no cede y demora la respuesta”. El mandato pasado el silencio venía de la Gerencia de Urbanismo, pero en este las relaciones han entrado en punto muerto. “Desde hace dos meses no hay ninguna comunicación”, añade Claudio Marrero.
El problema es que en diciembre perderán la financiación obtenida si no inician las obras de restauración. “Podemos estar ante un caso de prevaricación si el ayuntamiento insiste tercamente en exigirnos esa segunda escalera”. Una condición que parece más “un obstáculo” que “una medida razonable”.
¿Hay intereses espurios tras la cerrazón de la corporación local? ¿la manía de las instituciones políticas insulares en absorber cualquier iniciativa ciudadana que se escape a su control? ¿o simple inoperancia? “No lo sé”, responde Marrero, “Sólo sé que ni nos han quebrado ni lo van a conseguir”.
Eppur si muove
A pesar del incendio, la pandemia del covid 19 y el confinamiento, el Ateneo ha seguido activo y paradójicamente ha crecido y ampliado su radio de acción. Privado de su espacio físico natural ha tenido que inventar nuevas formas de proyección estableciendo colaboraciones con otras instituciones, usando al máximo las redes sociales e internet y fichando perfiles muy jóvenes llenos de entusiasmo y nuevas ideas al frente de sus distintas áreas: Arte, Literatura, Música y Danza, Audiovisuales y Humanidades.
Ha exportado su actividad a otras islas celebrando exposiciones y actividades en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en Telde, en la Casa Museo León y Castillo, el Parlamento de Canarias y en espacios de Lanzarote, Fuerteventura y Tenerife. En la Asociación Blanco y Negro del Barrio del Toscal de Santa Cruz, organiza dos sábados al mes las lecturas poéticas La vendimia, una serie de recitales que dan a conocer a jóvenes poetas.
Aprovecharon el confinamiento para reforzar la edición de libros con la publicación de Lecturas silenciosas, una serie dirigida por el poeta Rafael-José Díaz que reúne en seis pequeñas publicaciones la obra de poetas invitados a participar a encuentros en el Ateneo que la pandemia impidió. Invitaron a una residencia de un mes en Los Silos al poeta y filósofo español Jorge Riechmann y este año han celebrado la quinta edición del Concurso Internacional de Composición Musical Ateneo de La Laguna.
“Estamos muy satisfechos”, reconoce Claudio Marrero, pero no deja de ser haber una sensación agridulce. “No nos gusta este desafecto con el Ayuntamiento. No es cómodo. Reclamamos que somos laguneros, pero no vamos a parar porque el Ayuntamiento de la ciudad donde surgimos nos ponga palos en las ruedas. La pena es que se va perdiendo el sentido de pertenencia. Y ahí pierde La Laguna, a causa de decisiones políticas tomadas por gente que dentro de una década nadie recordará”.
El alejamiento entre Ateneo y Ayuntamiento es más que evidente. Decidieron desligarse de las Fiestas del Cristo, cuya programación cultural protagonizaba desde los años 20 la Fiesta de Arte, organizada y coordinada por el Ateneo. Como “acto de resistencia” la Fiesta de Arte se celebrará el 4 de octubre “coincidiendo con la fecha del incendio” con una programación independiente que traerá al Teatro Leal de La Laguna a otra resistente, la periodista y activista Cristina Fallarás.
“El Ateneo tiene una carga política importante en cuanto ha jugado y juega un papel social relevante. Ese viaje puede escribirse de dos maneras, o de la mano de los partidos politicos o siendo usados por el poder político. A esto último no estamos dispuestos porque la independencia del Ateneo debe ser incontestable, añade Claudio Marrero.