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700 obras encontradas en basuras, rastros y mercadillos forman esta rara colección que interpela sobre el valor y el precio del arte
Jordi Solsona (Barcelona, 1962) trabajó durante años en el epicentro del negocio del arte español. Como perito calígrafo, su función era validar la firma y el trazo de una obra determinada. Desde Barcelona, recorrió todo el país, viajó por Europa, aprendió mucho, pero también vio mucho. “Me cansé. El mercado del arte da mucha grima”, explica en esta entrevista con Islotada.
Lo dejó todo atrás y vino a Tenerife “con la intención de desligarme completamente de todo aquello”. Pero la pulsión o la pasión… “Una noche caminando por la calle de La Carrera, aquí en Los Realejos, encontré un cuadro en la basura”. Y así empezó la sorprendente historia de esta colección de 700 obras rescatadas de rastros, basuras y mercadillos de toda la isla que ahora reúne el Museo de Arte Abandonado de Los Realejos.
El museo es una diminuta casa canaria con tejado a dos aguas en la calle García Estrada nº 37. Apenas 27 metros cuadrados donde Solsona ha ido colocando de manera ordenada y concienzuda los centenares de obras formando distintas colecciones: una de árboles, otra de Teides, abstracción, naturaleza o individuales, como la del alemán Lorenz Koppinger, que vivió durante décadas en Tenerife y pintó de manera incansable. La colecci`´ón reúne obras suyas que van desde un primer dibujo fechado en 1948 hasta el último, de 1976-77. “Una biografía pintada, es apasionante”, afirma.
Es sorprendente la cantidad de capas que esconde el sueño de este moderno cazador–recolector. Aunque su intención inicial fue “poner en valor este arte desechado y desacreditado, otorgarle los honores que merece y elevarlo a la categoría de museo”, en el camino ha ido generando más cosas: una red de colaboradores que lo llaman cuando descubren una pieza que puede interesarle, artistas sorprendidos por reencontrase con una obra olvidada hace décadas y rescatada en este peculiar proyecto, y una visión de la Isla como lugar cosmopolita y con un trasiego constante de visitantes y viajeros que decidieron quedarse.
Solsona sube a su perfil de Facebook cada obra encontrada con un texto. A veces se producen felices coincidencias y una pintora vuelve a ver esa mosca de trazo poderoso que hizo con grafito y cera cuando era una estudiante de Bellas Artes, otras, descubre a una pintora canadiense llamada Janet Elizabeth Proudfoot que adoraba pintar su ciudad de Quebec. “Mirar en los márgenes comporta agradables sorpresas”, afirma el creador y director del centro.
La intrahistoria de la colección ha quedado recogida por el realizador Vicente Ulloa en el documental ‘Arte abandonado’, que se presenta el martes 21 de mayo en el Instituto de Estudios Hispánicos de Puerto de la Cruz.
Para visitas al museo, llamar a Jordi Solsona (645 60 17 32).